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Sinopsis

El arsénico diario reescribe desde una voz muy personal lo mejor de una tradición poética que abarca desde la corriente que podríamos nombrar social o comprometida (Un jornalero, ¿Encadenado? ), hasta la poesía amorosa (Días lluviosos pensando en tu ex, Contigo aprendí), pasando por las reflexiones filosóficas sobre lo que le ocurre al yo –o sea, a todos nosotros– (No estás solo, El hombre que susurraba a los cabellos) o esa lírica de tonos surrealistas recogida en Piratas o Mentidero propio.

En todo caso, Emiliano Malagón -"Zapa" para los amigos- ha conseguido plasmar en su primer libro un conjunto de retazos inclasificables y de seres extraños que igual se enamoran de Estela, la del circo, como se les llena de gusanos la voz empuñando un boli negro, o añoran a su ex, se hieren de lava y amor sin papeles e, incluso, se alimentan tanto de la poesía que hasta tienen que poner semáforos en sus corazones.

 

 

Sobre el autor

Emiliano Malagón Mayoral "Zapa",  (Cazalegas, Toledo, 17 de noviembre de 1965).

A los siete años se trasladó a Parla, ciudad-dormitorio del sur de Madrid, lugar en el que ha residido intermitentemente desde entonces y donde ha escrito la mayoría de poemas recogidos en su libro El arsénico diario, publicado por Dyskolo.

Trabajador prematuro, fue aprendiz de farmacia, empleado en una fábrica de quesos, técnico de sonido, profesor de carpintería y maestro de taller de oficios en una fundación dedicada a la intervención social. Ha sido además cantante y letrista del grupo de rock, ya extinto, Arrebato Malatesta. También es Técnico Superior de Artes Plásticas y Diseño en la familia de Artes Aplicadas de la Madera por la Escuela de Arte “La Palma” de Madrid.

El arsénico diario es su primer libro de poemas publicado, pero le ha cogido gusto y amenaza con volver a publicar alguno más. Actualmente vive en el barrio de Carabanchel Alto de Madrid y publica un blog con poemas propios y ajenos, entre otras manías, en la dirección www.labordezapa.tumblr.com

Reseñas

Al leer un libro de poesía debemos sentir lo que ya dijo la poeta de Amherst –el Gigante no tolera al Mosquito– que tu cuerpo se hiela hasta el punto que no hay fuego que pueda calentarlo. Eso es lo que he sentido al leer El arsénico diario y espero que este arsénico os envenene como a mí de vida. 

Daniel Noya

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